






La serie Empacado en origen, de la artista plástica colombiana Adriana Méndez, nos pone frente a un hecho usualmente olvidado: en el tránsito por la vida, “venimos empacados de fábrica” y, cual empaque o embalaje de carga, se nos ha sellado y etiquetado no sólo para diferenciarnos unos de otros, sino para advertir los cuidados necesarios en su manipulación. Este hecho no deja de ser problemático porque, como lo expresa la artista, “a veces esas etiquetas sólo muestran cómo esperamos ser tratados por los demás, por la sociedad que nos rodea, y mimetizan la fragilidad de la vida que se protege en el interior”.
En su indagación de la figura humana y de la capacidad expresiva del cuerpo, la artista reconoce que “descubrí –en carne propia– la fragilidad humana muy a pesar de los fuertes embalajes que algunos decimos poseer”. Así, todos quisiéramos advertir “Soy frágil”, “Protégeme del agua”, “Este lado arriba”, “Material explosivo”, y llevar en la piel el símbolo adecuado, de aceptación y reconocimiento universal, que garantice la preservación de la vida. El riesgo que corremos todos, en la manipulación que hacen los demás de esta preciada mercancía, se evidencia en la manera como la artista se aprovecha de las texturas de los distintos materiales: Por un lado, la necesidad de expresarse básicamente con carbón, dadas las bondades del mismo, fuerte como la apariencia que queremos mostrar, y suave, frágil y quebradizo, como somos en realidad; y por otro, con el óleo que entra tímidamente –sólo lo suficiente para acompañar al carbón– y se incorpora de a uno o dos colores. Dando la atmosfera justa para dejar al cuerpo despojado de toda vanidad, enfrentado a sí mismo, conjugando así, de forma ideal, el concepto con la técnica.
En síntesis, Empacado en origen nos recuerda a nosotros mismos que, al igual que las mercancías, estamos siendo transportados de un lado a otro (¿de dónde vengo y para dónde voy?) y que a veces somos mal-tratados porque las etiquetas y símbolos de nuestra piel no logran comunicar el cuidado que requerimos.
Adriana Méndez